martes, 29 de noviembre de 2011

No te vallas nunca

He desarrollado una dependencia hacia tí que no puedo controlar.Y es que cuando estoy contigo es como que todo me resbala,todo me da igual,lo único que necesito es tenerte a tí,a mí lado y que me des la mano para seguir adelante.No sé qué pasaría si tú ya no estuvieras,y cada vez que pienso en eso se me corta la respiración,la verdad es que no quiero imaginarlo,me importas demasiado cómo para preocuparme de esas cosas,ahora mismo,prefiero seguir viviendo mi sueño junto a tí,y no despertar nunca.Lo único que te pido es que no te vallas nunca,recuérdalo,porque eres tú quién me hace falta para ser realmente feliz.

viernes, 11 de noviembre de 2011

Quien...

Quien negó que un te quiero es para siempre, tal vez no aprendió a soñar. Si vas quitándola la sal, la vida pronto quema. Date otra oportunidad. QUe no hay nada mejor que despertar sin preocuparme de si ya no estás. Saber que puedo regalarme todo lo que tu me das. Ni quiero ni querré la soledad, pero la siento en cuanto te vas. Ya no sé que voy detrás de ti, detrás de ti no hay nada más...

El esperado momento.

Acababa de cumplir los cinco años cuando mis padres me dieron la noticia. Sí, iba a tener una hermanita. Todabía faltaban unos meses para que esa pequeña persona, que se encontraba en el vientre de mi madre, naciera, pero a mí me daba igual, esperaría lo que fuese per tenerla.
Yo llevaba tiempo intentando que mis padres me deran a alguien con quien jugar y a quien cuidar cuando fuera necesario.
Pasaron los meses, y yo, con mucha impaciencia. Y porfín llegó ese 16 de enero del 2002. Yo me encontraba en casa con mi abuela, puesto que mi padre estaba en el hospital con mamá. En efecto, mi esperada hermana acababa de nacer.
Ansiosa por verla, m tía me coló en la habitación del hospital donde se encontraba mi madre, para que pudiera verla. Y ahí estaba yo, ante la puerta que me separaba de ellos. Con nerviosismo abrí la puerta y... sí, allí se encontraba ella, dormidita al lado de mi madre. No sé explicar cómo me sentía en ese momento, demasiada era la alegría que tenía dentro de mí. Fue entonces cuando mi madre me preguntó si quería sostenerla sobre mi regazo, sin dudarlo un instabte, dije que sí, así podría odservarla más atentamente. En seguida tenía en mis brazos a una personita de tez, más bien morena, con poco pelo sobre su cabeza pero similaba oscuro, con unos labios muy finitos y una diminuta nariz. ¿Sus ojos? en ese momento no sabía como eran, estaban cerrados. He de decir, que era la cosa más bonita para mí en ese momento. Ese esperado momento que me hizo tan feliz. Aquella tarde que recuerdo, entusiasmada, todos los años.